Para ti, que tu bebé ya no está!
Esta carta es para ti, mamá, para ti que ayer tenías a tu hijo en tu pecho y hoy ya no puedes abrazarlo, o para ti que solo pudiste abrazarlo en tu vientre, o para ti que lo conociste ya con sus ojitos cerrados, esta carta es para ti porque quiero darte una luz de compañía, un rayo de fortaleza para tu alma que sientes que se apaga. Sé que todo está negro hoy, que estás aturdida, que sientes que ya no tienes vida, que tu dolor en el pecho no te deja levantar, que cualquier frase consoladora, para ti, es una opinión en contravía. Solo quieres llorar. Solo quieres gritar. Te preguntas una y otra vez Por qué, por qué, por qué a mí, por qué a mi bebé? Peleas con el de arriba, te preguntas si de verdad hay un Dios porque es que nada de esto es justo para ti. Adelante, mamá, siente eso exactamente como tiene que ser. Tú misma entenderás el espacio que estos sentimientos necesitan en tu vida. ¿Por cuánto tiempo? Tú, solo tú lo definirás. Tú, solo tú tomarás esa decisión. "Levántate, no te dejes derrumbar", "Ánimo, más hijos vendrán", "Era mejor así, quién sabe qué hubiera pasado si..." son frases que no quieres escuchar, son momentos en los que quisieras explotar, no entiendes por qué mencionan cosas así, pero te digo, hay amor en cada una de esas frases, sé perfectamente que no son las adecuadas y hay mucho que educar al respecto a los que nos rodean pero, por ahora, trata de cerrar los ojos y pensar: "sí hay amor en sus palabras". Nadie nos quiere ver sufrir, nadie nos quiere ver llorar noches indefinidas y por eso tratan de darnos una palabra de aliento, aunque sea la incorrecta, pero es su manera de abordar nuestro dolor. Trata de no juzgarlos, acepta simplemente que alguien te acompaña.
Yo me salté muchos de los sentimientos que arriba menciono, pero todos tenemos nuestro propio ritmo para afrontar la pérdida del ser que más amamos en la vida y por eso tienes el derecho de sentirte así, sin embargo, hay otra forma de sobrellevarlo, una forma menos dolorosa que hará tu duelo más llevadero. No hay necesidad de entender, no hay necesidad de preguntarnos una y otra vez por qué, solo hay que aceptar. Cuando tomamos la decisión de aceptar, la mente, el corazón, el alma y el espíritu dejan de luchar. ¡Acepta! Tu bebé hizo un acuerdo previo con su alma y hasta posiblemente con la tuya para dejar su cuerpo pronto. El tiempo sabrá decirte el para qué, no es fácil, pero hay un infinito aprendizaje en este desprendimiento tan doloroso que nos tocó vivir. Comienza a abrirte, vive tu duelo haciendo literalmente lo que tu corazón te pide a gritos: si quieres ver sus fotos, si quieres oler su ropa, si quieres acostarte en su cuna, si quieres dormir en su cuarto, si quieres abrazar sus cenizas, si quieres conservar su ropita, si quieres hablar una y otra vez de él, ¡hazlo! Busca quién te acompañe en esto y si no encuentras eco, hazlo sola, pero hazlo. Tu espíritu lo necesita. Nadie, absolutamente nadie que no haya perdido un hijo tiene cómo entender que realmente lo que necesitas hacer es eso y que eso no significa que estés enloqueciendo o que no vayas a salir del hueco profundo en el que puedes encontrarte ahora mismo, al contrario, esos impulsos que para muchos son "de locos" son los que te sacarán a flote. El duelo hay que vivirlo y sentirlo, desde ese dolor desgarrador, hasta la paz sosegada que terminarás sintiendo en algún momento. Porque créeme, vas a ser feliz, vas a recordar con paz, vas a llorar sin dolor. Pero para llegar ahí, tienes que haber aceptado, tienes que haber dejado de suponer, tienes que haber digerido esa frase de cajón que dice "El tiempo y la voluntad de Dios son perfectos" y para eso solo necesitas decisión, no más que eso, decidir que así era y así debía ser, no hay culpa, no hay nada que tú hayas hecho para que esto sucediera, repito, simplemente así era y así debía ser y cuando logres ese nivel podrás vivir tu duelo a tu ritmo, dándole a entender al mundo eso mismo, que ese ritmo es el adecuado para ti y que cualquier decisión que tomes al respecto es la que tranquiliza tu vida, por ejemplo, guardar la ropa para ponérsela a tu próximo bebé, o dejar el cuarto intacto por tiempo indefinido, o guardar las cenizas en tu casa, o ponerle el mismo nombre a tu próximo hijo. Todo eso está bien, esa es tu decisión. Hazla respetar porque sé que sufres de solo pensar que tienes que hacer lo contrario porque todo el mundo te lo está pidiendo. No cedas porque tu dolor vuelve y toma fuerza, cree en tu intuición y solo actúa como sientes que lo debes hacer. ¿Y los miedos? Sí, mamá, esos miedos no dejarán de perseguirte. Anhelas o anhelarás inmensamente tener otro hijo pero te aterra pensar que puedes volver a pasar por lo mismo. Sé que esto es una de las fases más duras del duelo pero se puede, se puede tomar la decisión de no vivir con él, de darle la vuelta. No te voy a decir que no lo vas a sentir, claro que sí, una y otra vez, pero la mente es poderosa, simplemente cuando llegue a ti, cambia ese pensamiento por uno positivo, no lo juzgues, deja pasar ese sentimiento visualizando al instante la situación contraria. Medita y agradece. En el silencio hay mucha sabiduría y más que todo, paz. ¡Todo va a estar bien! Un nuevo hijo es eso, una nueva ilusión, un nuevo despertar, es otra situación, no tendrás por qué repetirla, confía en que así será. Yo hoy tengo dos hijos más después de perder a Salomé y te soy sincera, los miedos no han desaparecido pero los transformo, con trabajo constante, casi diario, no tan fácil pero fortalecedor y ellos, mis hijos, siempre serán más fuertes que cualquier miedo, y créeme, ¡sí que vale la pena! Así que mamá, te acompaño en este dolor, te doy la bienvenida a un duelo eterno que viviremos mientras estemos vivas, pero así mismo te digo que ese dolor pasará, ese duelo se convertirá en un vivir diferente porque te fortalecerás espiritualmente, siempre y cuando escojas este camino. Convéncete de que tu hijo está contigo, a tu lado, en tu corazón, te oye cada que le hablas y te lee cada que le escribes. Siempre te acompaña, es hoy tu ángel de la guarda, aprende a sentirlo y te reitero, en el silencio todo es más fácil, ya sea en la meditación o en la oración, pero ahí es donde encontrarás una conexión total. Tranquila, todo va a estar bien. Yo estoy bien, conozco otras mamás que también lo están, hay una luz en el camino, solo ten paciencia y vive y siente como ahora necesitas hacerlo y cuando menos pienses estarás en paz.
Juana Estrada Robledo,
mamá de Salomé en el cielo, y Salomón y Luna en la Tierra!!!
Fundación Salomé Salva una Vida